Me llamo Gabriela y tengo un fetiche: me gusta, disfruto que me salga sangre de la nariz, podría decirse que me excita, pero odio el verbo "excitar", así que diré que me prende un poquito y ya. Este es el post del fetiche que varios morbosos pidieron cuando subí
este post al blog.
Gracias a la maravilla de la cámara de mi celular que no llega ni al pixel, he podido tomar fotos conmemorativas de las últimas tres veces que me ha salido sangre de la nariz (ver el divertido collage à la intro de The Brady bunch acá arribita) en el último mes y medio aproximadamente, aunque no fue en situaciones en las que lo tomara como fetiche y pudiera sacarle provecho a la situación, simplemente me salió sangre porque tengo la nariz muy reseca y este calor no ayuda.
Dato curioso: Justo cuando abrí mi cerveza y me disponía a escribir esta entrada me empezó a salir sangre de la nariz, así de la nada, creo que esta vez fue por el calor. Lo tomé como una señal de que hoy es el día para dejar de hacerme güey con este post pendiente. Pero no alcancé a tomar foto de hoy, bu.
Hasta ahora no he encontrado una explicación per se de por qué me gusta, aunque el fetiche completo es que me gusta ver y sentir cuando me sale sangre de alguna herida y las heridas en general, ergo las cicatrices también me ponen. Uh, las cicatrices, tengo varias célebres en mi cuerpo y unas que quisiera olvidar (damn you teenage angst!), pero de esas no hay foto por mi bien y el de mi par de lectores.
Me puse a pensar el otro día en cuál podría ser el origen de todo esto y sólo llegó a mi mente el bloqueado recuerdo de que hasta los 8 años nunca me había salido sangre de la nariz y yo quería saber qué se sentía, quería saber si dolía o no, porque me acuerdo que veía que mis amigas de la escuela a veces iban a la enfermería corriendo cuando les sangraba la nariz porque hacía mucho calor o les pegaba un balón en clase de educación física o porque se picaban la nariz o las golpeaban en su casa.
El punto es que yo tenía curiosidad y hasta llegué a pensar cómo hacer que me saliera sangre, pero antes de que lo intentara, un día tuve un accidente muy estúpido y supe lo que se sentía: estábamos mi hermana Bárbara y yo jugando con una vecina en su casa a que hacíamos una coreografía de alguna jotería, como niñitas lelas que éramos jugábamos a inventar bailes y en una de esas me puse atrás de mi hermana y ella sin querer mientras bailaba me dio un golpe tan fuerte en la nariz con su brazo que hizo que me empezara a salir sangre, pero lo extraño para mí era que me dolió un segundo el madrazo y ya, pensé que no había pasado más pero cuando vi la cara de horror de mi hermana supe que sí había pasado. Cuando me vi en el espejo del baño tenía la nariz llena de sangre que no paraba de salir y mi hermana y la vecina no paraban de gritar horrorizadas y correr en círculos, después de unos minutos se calmó la hemorragia y la nariz no me dolía realmente, se me hizo chistosito ver sangre y no sentir dolor, al contrario de cuando mi madre me rompió la pierna por accidente... pero ese es otro trauma infantil que tal vez cuente después. Mi hermana, después de ver que yo estaba bien, procedió a gritonearme y regañarme, aunque había sido ella la causante de tal susto que casi le da diabetes juvenil y me amenazó de muerte si le decía a mi mamá lo que había pasado y que ella me había lastimado. Nunca le he dicho a mi madre del accidente. Ese día aprendí que lo que pasa con la nariz es que sólo quiere llamar la atención, es muy escandalosa.
Después, cuando tenía 15 años me operaron... ¡sí, de la nariz! Pero fue porque tenía un grave caso de sinusitis y sufría mucho de dolores infernales de cabeza, gripas eternas, etc. Y no fue malo, podría decir que hasta fue divertido eso de la primera vez en quirófano y el reposo obligatorio en el hospital donde no haces más que estar acostada y ver tele todo el día; lo que sí fue el diablo es cuando te sacan el tubo de la garganta por el que respiras y cuando despiertas de la anestesia te duele la garganta como si acabaras de vomitar un cactus completo y el dolor no se va en horas, eso sí me hizo sufrir, tal vez porque no podía ver la herida o lo que fuera que hacía que me doliera tanto la garganta. Pero cuando vi mi nariz toda parchada dije "Hmm , se ve bien" y como me salía sangre y otras cosas tenía que cambiarme las gasas cada media hora, lo cual no me molestaba en lo más mínimo y le dije a la enfermera que yo lo iba a hacer sola, que no se molestara y siguiera leyendo su TV notas. Me la pasé bien en esa convalecencia y cuando me sacaron los metros de gasa de la nariz fue toda una experiencia reveladora.
Y esas fueron dos historias que puede que tengan algo que ver con mi gusto de la nariz sangrante. O simplemente son dos historias que recordé últimamente y me traen buenos recuerdos.
Básicamente, mi fetiche es ver algo de sangre o tal vez un poco de dolor, imaginen un fight club muy light como foreplay, poquito de violencia pero nada de madrazos abusones a puño cerrado del tipo Rihanna (ahora conocido como "hacer un Chris Brown"), pero tal vez algo de forcejeo en buena onda y peleas simuladas jaaa, como si fueran clases de defensa personal, pero en undies, aunque para poder hacer esto tiene que haber mucha confianza entre los involucrados. O si de repente a mí o al otro en cuestión le sale sangre de la nariz uff pues ya con eso es suficiente para prender el boiler. Que fina soy Dios mío, me sorprendo. Disculpen. Mañana voy a confesarme.
Para terminar este morboso post les dejo algunas fotos de la mejor sesión que he visto de
Suicide Girls, que quedan como anillo al dedo para ilustrar este tema fetichista, estas chicas se dieron a la tarea de recrear escenas de la movie Fight Club y les quedó poca madre. Si quieren darme el mejor regalo de cumpleaños o de San Valentín, día de la bandera, cinco de mayo o lo que sea, intenten recrear esta sesión con un buen casting de chicas e invítenme a pelear con ellas. Se los agradecería eternamente. Mi líbido también.