Oh, John, come on
we´ll do what married people do.
Oh, John
I don´t care,
come on
what you want
we´ll do what Mary and Joseph did
I want to marry you
without the kid.
"Marry me", St. Vincent
Oh, John
I don´t care,
come on
what you want
we´ll do what Mary and Joseph did
I want to marry you
without the kid.
"Marry me", St. Vincent
El sábado pasado, después de meses de espera, por fin sucedió la esperada boda de Lidia, la otra hermana Degetau, fue un evento con tanta expectativa que me angustia el sólo pensar en los preparativos que los novios tuvieron que hacer, y hayan sido los que hayan sido valieron completamente la pena porque todo estuvo perfecto, o bueno, desde mi punto de vista así fue.
Normalmente yo odio las bodas, me parecen eventos innecesarios (como bien expresé en este post del pasado) y creo que la última boda en la que me la pasé bien y disfruté en plan fiestota loca-borrachera-bailadera fue en la boda de Amparo, la hermana de mi amiga Cristina, y eso fue en el 2005; era yo cinco años más joven, llena de sueños y esperanzas, acababa de salir de la universidad y de terminar una relación con mi novio de años y justo tuve que estar con él en la mesa de la recepción porque los dos estábamos invitados y fue terriblemente incómodo y yo sufría en silencio y me escapaba al baño para llorar y... y... ¡basta! no se trata de esa boda este post así que basta de nefasteces emocionales del pasado que no vale la pena recordar.
Regresando al punto de la boda de Lidia y Eduardo, toda la semana había estado preocupada porque tuve una carga de trabajo impresionante y faltaban pocos días y yo no tenía vestido ni zapatos preparados o prestados o comprados ni tiempo para salir por ellos, así que el jueves en la mañana escapé a comprar zapatos nuevos, los cuales me dolió terriblemente pagar -aunque estaban a mitad de precio- y regresé para seguir trabajando. El viernes decidí que era una locura salir a comprar un vestido nuevo carísimo un día antes de la boda, así que decidí que llevaría mi little black dress de siempre que me saca de apuros, el cual es el equivalente al vestido Chanel multiusos de Marge Simpson que usaba para todos los eventos elegantes con sus amigas del golf. Así que con outfit improvisado y el ride y la estancia resuelta proseguí a seguir trabajando un poco más el viernes antes de tener que ir a cortarme el cabello en la tarde casi noche antes de que cerraran los salones de belleza (jaja "salones de belleza" ese término me parece hilarante), ese es un truco que siempre aplico, porque así te cortan y te alacian el cabello gratis, dos por el precio de uno y al día siguiente no tienes que preocuparte por peinarte. Después salí a una festejo/despedida del tipo laboral en la noche e intenté llegar lo más temprano a casa para dormir algo y estar fresca para madrugar e irme temprano de la ciudad.
Eso último no pasó, dormí cuatro horas y sufrí para despertarme a las seis de la mañana porque el plan era irnos a las ocho hacia Querétaro, estado donde la Boda del Bicentenario se llevaría a cabo. Desvelada y todo, a las 8:30 salimos del D.F. y en menos de dos horas estábamos en nuestro destino gracias a las habilidades de Eduardo para manejar y a su elegante coche europeo de carreras.
Llegamos a un hotel que no era el nuestro, comimos chilaquiles para aguantar en pie hasta la tarde y empezamos las actividades propias de una boda, las cuales están a manera de recuento fotográfico a continuación, como es costumbre mía:
Normalmente yo odio las bodas, me parecen eventos innecesarios (como bien expresé en este post del pasado) y creo que la última boda en la que me la pasé bien y disfruté en plan fiestota loca-borrachera-bailadera fue en la boda de Amparo, la hermana de mi amiga Cristina, y eso fue en el 2005; era yo cinco años más joven, llena de sueños y esperanzas, acababa de salir de la universidad y de terminar una relación con mi novio de años y justo tuve que estar con él en la mesa de la recepción porque los dos estábamos invitados y fue terriblemente incómodo y yo sufría en silencio y me escapaba al baño para llorar y... y... ¡basta! no se trata de esa boda este post así que basta de nefasteces emocionales del pasado que no vale la pena recordar.
Regresando al punto de la boda de Lidia y Eduardo, toda la semana había estado preocupada porque tuve una carga de trabajo impresionante y faltaban pocos días y yo no tenía vestido ni zapatos preparados o prestados o comprados ni tiempo para salir por ellos, así que el jueves en la mañana escapé a comprar zapatos nuevos, los cuales me dolió terriblemente pagar -aunque estaban a mitad de precio- y regresé para seguir trabajando. El viernes decidí que era una locura salir a comprar un vestido nuevo carísimo un día antes de la boda, así que decidí que llevaría mi little black dress de siempre que me saca de apuros, el cual es el equivalente al vestido Chanel multiusos de Marge Simpson que usaba para todos los eventos elegantes con sus amigas del golf. Así que con outfit improvisado y el ride y la estancia resuelta proseguí a seguir trabajando un poco más el viernes antes de tener que ir a cortarme el cabello en la tarde casi noche antes de que cerraran los salones de belleza (jaja "salones de belleza" ese término me parece hilarante), ese es un truco que siempre aplico, porque así te cortan y te alacian el cabello gratis, dos por el precio de uno y al día siguiente no tienes que preocuparte por peinarte. Después salí a una festejo/despedida del tipo laboral en la noche e intenté llegar lo más temprano a casa para dormir algo y estar fresca para madrugar e irme temprano de la ciudad.
Eso último no pasó, dormí cuatro horas y sufrí para despertarme a las seis de la mañana porque el plan era irnos a las ocho hacia Querétaro, estado donde la Boda del Bicentenario se llevaría a cabo. Desvelada y todo, a las 8:30 salimos del D.F. y en menos de dos horas estábamos en nuestro destino gracias a las habilidades de Eduardo para manejar y a su elegante coche europeo de carreras.
Llegamos a un hotel que no era el nuestro, comimos chilaquiles para aguantar en pie hasta la tarde y empezamos las actividades propias de una boda, las cuales están a manera de recuento fotográfico a continuación, como es costumbre mía:
Señorita Doña, con ese título contradictorio (o eres señorita o eres doña) en mi invitación me sentí algo importante... y vieja. Fue un upgrade de los títulos de mis invitaciones anteriores: Señorita y Licenciada Gabriela.
El cuarto de hotel que la tía de Adriana nos prestó a Daniel, Eduardo y a mí para cambiarnos porque aún no podíamos hacer check-in en nuestro hotel. Un gran paro.
El güero se quitó la guayabera y procedió a ponerse una camisa formal y una corbata de moño. La elegancia hecha persona.
Adriana, en su deber de dama de honor y hermana, leyó un pasaje bíblico en la misa. El infierno no se congeló, la iglesia no se incendió y los jinetes del Apocalipsis no entraron por la puerta principal.
The Jesus Christ Chorus. Por si no me creían que todos los detalles de la boda estuvieron cubiertos, consiguieron al mismísimo hijo de Dios para que cantara durante la misa.
Después de la misa decidimos correr a hacer check-in ahora sí en nuestro hotel. Al llegar prendí la tele y lo primero que vi fueron estos dos diáconos o sacerdotes o whatever como conductores de un programa de predicación infantil. Noten la escenografía de-a-peso con un Jesús dibujado con pintura Vinci en una cartulina y con un gallito en la cabeza, Alfalfa style.
Algo que me quedó muy claro es que el plan era emborracharnos a todos, a la hora del postre ya tenía cuatro vasos alrededor de mi plato. Y los que faltaban. Sobra decir que lograron su misión.
¿Y qué por qué me inventé esa mamada de "Boda del Bicentenario"? Porque sucedió en uno de los estados claves para la Independencia, la recepción fue en el ruedo de una plaza de toros y porque esto estaba pintado en las gradas de la plaza. Ah, además estamos a menos de un mes de que suceda ese supuesto evento nacional totalmente overrated que, sinceramente, ya me tiene harta con tanta ridiculez. Yo no voy a festejar ni madres.
Sí, están viendo bien, es una foto de Adri y mía SIN CENSURA, no hay barras censoras en los ojos o en otras partes ni pixeles que deformen (más) mi cara. Decidí dejarla tal cual porque creo que nos vemos bien y es muy raro que yo me vea decente como una Señorita Doña. We clean up nice.
ODIO que la gente del sonido regale props como maracas, globos, sombreros, lentes, inflables y demás pendejadas, se me hace ridículo en extremo, además de inútil y un gran desperdicio. Este fue el único prop que dejé que alguien me diera, mi pulserita de glowstick, raver style. Unas tachas y una máquina del tiempo para regresar a los 90´s y listo.
Chilaquiles a la medianoche. Pues sí, la boda empezó en la tarde, para esa hora ya todos estábamos muy ebrios o de plano crudos.
Un gran detalle fue que el novio y sus amigos tienen la tradición chistosita de disfrazarse para ir a eventos, algo así como un prank para los invitados, esta vez no fue la excepción y llegaron todos de sorpresa vestidos de charros, el novio incluído. La novia no tenía idea de esto así que realmente fue sorpresa para todos pero en buena onda, fue un detalle muy cagado, sobre todo cuando veías charros dando tumbos por todo el lugar. Aquí yo en mi peda intenté tomarles una foto mientras bailaban y algunos malcopeaban, no lo logré porque hasta después me di cuenta que el obturador se había abierto a medias.
Aquí, dos chicas se pelean por el ramo después de que fue aventado. No hubo golpes ni sangre, lo ganó la chica de la izquierda. A la novia sólo le importa que no la tiren de la silla.
Después de más de ocho horas ya no aguantaba mis zapatos millonarios puestos, así que empecé a cojear por la pista porque ya no podía caminar, una chica desconocida y muy amable me dio estas chanclas para que me las pusiera, casi la abrazo y la beso para agradecerle. Danny no traía tacones pero igual quiso verse solidario y quitarse los zapatos junto conmigo.
Llegamos como pudimos al cuarto de hotel y prendimos la tele para distraernos, sintonizamos el canal de las telenovelas y estaba una con Bárbara Mori cuando estaba algo hinchada de la cara y no se veía tan bonita. Reímos mucho.
Los canales de televisión locales de provincia son mi guilty pleasure, me provocan mucho morbo, así que le volví a dejar al canal católico queretense esperando que salieran los diáconos/payasos de nuevo pero no, estaba un predicador invitado dando un sermón dominical. Oh, the horror.
Nos aburrimos del predicador merolico y procedimos a hojear el menú del room service porque moríamos de sed (dos botellitas de agua mini en un cuarto para crudos, paren de mamar) y hambre, encontramos joyas de la mala traducción tipo Google translator como: miel de abeja= bee honey, a la carta= to the cart, sweet bread= pan dulce, bigotes= mustache´s, muffin´s= muffin´s, donas= donut´s. Sí, todos esos últimos con apóstrofe s. Mi espíritu de Miss de Inglés sollozó en ese momento.
Mientras esperábamos junto a la alberca del hotel a que llegara Adriana para irnos a comer, Eduardo me compartió la mejor nota de la edición dominical del periódico local: Seduce alcohol a niñas de 14 años.Tan seductor y pederasta el Señor Alcohol, cual Humbert Humbert.
¿A que no sabían que Querétaro tiene el primer lugar nacional en cuanto a consumo de alcohol? Pues ahora lo saben, según ese periodiquito es el estado con más borrachos por metro cuadrado, no sé cuáles sean sus fuentes para confirmar eso pero yo no les creo nada, sólo querían llamar la atención.
Antes de salir a carretera, nuestra misión era encontrar un restaurante donde comer y crudear a gusto, ya nos estábamos resignando a comer garnachas cualquieras de puesto cuando de la nada apareció un IHOP frente a nosotros, casi obligué a Eduardo a dar un volantazo y clavarse en el estacionamiento arriesgando nuestras vidas. Fue el desayuno que cayó del cielo.
La única víctima del festivo fin de semana fue mi celular, que regresó con la pantalla estrellada gracias a que se cayó de mi bolsa en un movimiento borrachín sobre una calle empedrada. No importa, valió la pena.
Y ese fue el fin de semana de una boda que llevaba un rato esperando a pasar, un rato lleno de mucha ilusión y amor supongo por parte de los novios hacia ellos y todos sus respectivos invitados. Como dijo Adri en su blog "El punto es que es muy chingón ver cuando la gente concreta sus ilusiones. My sister got married. ¡Arriba los novios!" Sí, aplausos para ellos, desde la parte más sincera que existe en mí les deseo que sean felices, por lo menos ese día lo parecían y espero que así sea siempre.
7 comments:
Qué bueno que fuiste. Que fueron.
Que vivan los novios! Y los charros! y el Bicentenario, donde dicen que vendrá a cantar Lady Gaga (muy mexicana ella) o Shakira (también muy mexicana.
Esa si fue una buena boda... menos la carta en ingles (seriously, veo eso y me rio hasta morir)... Y pues muchas felicidades a los novios!!! Luego les dices que Blogger los felicita ;).... Tk care, baee
Pienso tanto de las bodas pero creo que tu post es más sobre un buen momento compartido y si, te ves muy bien en la foto :)
"The Jesus Christ Chorus"!!!!! Hasta ahorita le entendí, jajaja!
Buenísimo el post. Todo.
Fans de las fotocrónicas.
Y muy guapa la Señorita Doña.
jajajaja no manches Cristo tiene banda!!! Y seguro te pusiste a orar con los monjes verdad??? Eso es tu onda!
Y jajajaja seduce el alcohol a niñas de 14 años, jajajajajajaja...
Elza: Sí, creo que eso fue lo que realmente quise decir con tanta foto y burradas, fue un muy buen momento que no pensé que fuera así, me sorprendió y me sorprendí a mi misma de pasarla tan bien. Fue bonito. Ah, y gracias.
Portas: ¡Te dije lo de Jesus Christ desde que estábamos en la misa! Y hasta ahorita le entiendes jaja.
Rubén: Uh, gracias. Me sonrojo.
Sotres: Así es, Cristo tiene banda y no es una de cumbias que toque "La cumbia del monje", es un solemne coro. Le iba a pedir su autógrafo pero me dio pena.
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